martes, 16 de agosto de 2011

Fragmentos de un deseo.

Siempre quiso tener una casa amplia, con jardín y un columpio de esos que te mecen suavemente al atardecer mientras lees un libro. Se imaginaba como cerraba los ojos para fundirse con los ruidos de su vida.

Se dibujaba allí, recostada en el regazo de él y repasando las costuras de su brazo con sus dedos en un movimiento, ya tan natural, como lo era el respirar. Sentía su mano, grande y fuerte, sobre su pecho, 15 grados orientada hacia el corazón. Un corazón que desde que se encontraron latía también de una forma natural abrazado a sus huellas dactilares. 

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