jueves, 30 de septiembre de 2010

Rencor

En esta estúpida ciudad no hay ningún campanario al que subirse a pegar tiros sin ton ni son. Si supierais cómo os odio. Decía André Breton que el gesto más surrealista consiste en salir a la calle revólver en mano y disparar al azar contra la gente. En mi opinión, Breton se equivocaba. No es el gesto más surrealista, es el más lógico, el más razonable. El único gesto razonable. Acabar con todo cuanto antes.

Llevo años pensando en la mejor manera de provocar el fin del mundo. Pensé en contaminar los depósitos de agua con bromuro.Así dejaríais de follar y reproduciros como ratas. Pensé en hacerme alquimista y destilar mi rencor en forma de gas que se extendiera y os matara. Pensé en hacerme presidente de los Estados Unidos y declarar la guerra total al terrorismo. Miles de bellos misiles nucleares sobrevolando el planeta. Camiones de uranio recorriendo las autopistas globales sin respetar la señales de circulación. La maravilla del átomo. La precisión de la ciencia. La verdadera blancura nuclear. O al revés. El caos de las bombas,la metralla popular sin prejuicios, el bajo coste de los atentados. Cualquier excusa es buena: Dios, Patria...Pensé en ser Papa y relanzar la Santa Inquisición y dejar que el fuego os purificara. Sería fácil encontrar cualquier pecaducho del que acusaros. A la hoguera. Todos a la hoguera. ¿Dónde está el Ángel Exterminador cuando se le necesita?

En una ocasión, lo reconozco, flaqueé y pensé en pegarme un tiro y a tomar todo por culo. Pero me recuperé en seguida. Ciertas tareas no permiten la debilidad. Pensé en pedirle a Carroll que me nombrara Reina de Corazones para poder cortar cabezas a diestro y siniestro. ¿Y si pudiera mutar en prión, en cáncer o en radiación? Sería tan feliz. Pensé en clonar a Bisbal, Bustamante, DeMaría, Civera o a cualquier otro David. Miles de ellos canturreando a sus anchas. Os habríais enterado, cabrones. Pensé en aliarme con el agujero de ozono y hacer brotar sarpullidos y ampollas en vuestra sucias pieles. Qué pena no saber las causas de la muerte súbita de los bebés. No se puede reproducir lo que se desconoce. Qué mala es la ignorancia. Pensé en hacerme cocinero mediático e innovador. Así, propagaría a los cuatro vientos las virtudes indudables del canibalismo. Cómo me gustaría contemplaros devorándoos los unos a los otros.

En esas estaba cuando un dato cayó en mis manos. Era éste: en los años 70, se calculaba que la población de América Latina en el año 2000sería de 650 millones de habitantes. En la actualidad son poco más de 525 millones. Alguien se me había adelantado.

Me paré a pensar. Miré por la ventana, escuché los informativos, leí la prensa, sentí la temperatura desquiciada, olí la pólvora, sorteé los muertos. Todos estos años, buscando la manera propicia de invocar el fin del mundo, había estado haciendo el imbécil. Bastaba con sentarse y esperar.


Cuentos Pop
Federico Montalbán López

3 comentarios:

  1. Muy bueno, creo que todo el mundo hemos pensado en provocar el apocalipsis en algún momento, me uno a tu causa... ya somos dos, faltan los otro dos jinetes...

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  2. Qué bestia! Pero razón no le falta, seremos nuestros propios verdugos, me temo que más pronto que tarde

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