miércoles, 22 de septiembre de 2010

Historias para vivir fuera de una libreta

Acostumbraba a llevar una libreta en el bolso para tener siempre a mano algún sitio dónde conservar los absurdos delirios que se me pasaban por la cabeza. Pero hubo un día en el que dejé de llevarla, la dejé guardada en el segundo cajón de mi mesita de noche. Haciendo cálculos, creo que ese día llegó casi acompasado al instante en el que me llené de ti por sorpresa. Ahora pienso que, quizás, superaste todos mis delirios y por eso dejé de necesitar una libreta para escribirlos: tenía una vida para vivirlos. Tenía a alguien que me llevaba de la mano hasta ellos.

Es durante la noche cuando esos pensamientos vuelven a acompañarme. Son esas noches, en las que el hueco de mi cintura no encuentra el de la tuya para fundirse con él, cuando mis delirios cobran fuerza y añoro el tacto del bolígrafo al escribir sobre estas hojas.

El resto de noches, contigo a mi lado y el ritmo de tu respiración meciendo mi sueño, me pierdo entre la locura de tus besos y el sabor de tus sonrisas. Mis ojos se niegan a cerrarse y así evitan dejar de observarte, pausado y tranquilo. Bello. Infinitamente bello entre mis sábanas.

3 comentarios:

  1. Hola:)
    Soy nueva por aquí!
    Te sigo!
    Un besote!

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  2. Nunca hay que dejar olvidada la libreta en la mesilla de noche. Por mucho que nos encante lo nuevo. Y es que cuando la vuelves a abrir de nuevo, duele horrores.

    :)

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