Trescientos sesenta y cinco días después. Me lleno de palabras y me quedo sin aliento. 1 año también. A cada instante agotado más profunda se va haciendo la herida por la que te me colaste dentro, y ahora que el paso del tiempo me da la seguridad de creerte nuestro (que nunca mío), nos miro y veo como crecemos. Sueño a sueño.
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