sábado, 20 de noviembre de 2010

La agonía del ocaso

Había una chica sentada frente al mar. Parecía triste y de ella salía un halo de añoranza que era fácilmente tangible. La melancolía que desprendía se mezclaba con la humedad y la sal del ambiente, haciendo de esa vista casi un cuadro pintado al óleo. Con su dedo índice perfilaba el contorno del horizonte lejano y sostenía, entre las palmas de sus manos, un sol que atardecía más rojo que nunca. Parecía estar meciendo su caída en el inmenso azul. 

Era como si lo estuviera acompañando en su diaria agonía.

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